URUGUAY ES SÍMBOLO DE CONFIANZA Y SEGURIDAD

Fecha de publicación: 09/06/2020

La realidad de Uruguay durante la pandemia contrasta con la de los demás países de Sudamérica. Sin decretar cuarentena obligatoria el país pudo mantener la tasa de contagios baja, ubicándose favorablemente en el ranking de países que le están ganando al virus y reduciendo el impacto económico y sanitario. A solo tres meses de la llegada de la enfermedad, Uruguay se prepara para la reactivación de la economía -que nunca se vio paralizada- y el regreso a las clases presenciales, después de una muy buena experiencia con la educación a distancia de la mano de su Plan Ceibal (One Laptop per Child).

Al igual que el resto de los países, desde el comienzo Uruguay cerró sus fronteras, suprimió la educación presencial y los eventos masivos. Sin embargo, lo que lo transforma en una excepción es la transparencia con la que ha informado a la población sobre el virus y cómo ha estimulado el confinamiento sin restringir la libertad para decidir cómo transitar el momento.

Desde que se diagnosticó el primer caso de COVID-19 el 13 de marzo, las decisiones del presidente Luis Lacalle Pou estuvieron orientadas por las recomendaciones de más de 40 expertos, que un consejo asesor honorario nominado por él mismo reunió en reportes diarios.

Como forma de paliar las consecuencias económicas, el gobierno rebajó los salarios de ministros, legisladores y funcionarios públicos de alto rango. Además, la excelente relación que Uruguay tiene con los organismos internacionales financieros como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la Corporación Andina de Fomento (CAF), le permite acceder a líneas de crédito bajas y de rápida aprobación.

El sistema de salud universal y la ciencia, pilares en la lucha contra el COVID-19

La infraestructura y la universalidad del sistema de salud también han sido decisivos en los resultados hasta ahora alcanzados.

Por un lado, casi el 100% de la población uruguaya tiene acceso agua potable, esencial para la higiene de las manos, una de las principales barreras de protección. Además, el sistema de salud no se ha visto comprometido debido a la integración del sector público y privado y a un eficaz sistema de emergencia y atención domiciliaria.

La cantidad de camillas en los centros de cuidados intensivos (CTI) pasó de 19 a 26 por millón de habitantes en este período y la cantidad de pruebas de detección de COVID-19 que se han realizado, según el sitio Worldometer, es tres veces mayor que la de sus países vecinos. Por otra parte, la población se hizo eco de las recomendaciones de no concurrir a los centros de salud y se fomentó la atención domiciliaria.

La academia también ha tenido un destacado papel ya que demostró su capacidad de rápida respuesta e innovación. Jóvenes científicos y científicas de todo el país investigaron y trabajaron en la creación de respiradores artificiales, dispositivos de inactivación del virus a través de la luz ultravioleta y en la creación de kits de almacenamiento y transporte de muestras del virus.

A la vanguardia en tecnología y conectividad, Uruguay implementó teletrabajo y educación a distancia

En cuanto a la educación, previo a la pandemia Uruguay ya contaba con las condiciones para la enseñanza online gracias al Plan Ceibal, una política educativa en el marco de One Laptop per Child, que desde hace 13 años otorga computadores a los estudiantes de la educación pública con el objetivo de democratizar el acceso y la tecnología.

Además, Uruguay cuenta con un alto grado de conectividad: el 85% de los hogares cuenta con acceso de banda ancha fija (Internet por fibra óptica o ADSL) con velocidades de descarga que oscilan entre 30 y 120 Mbps. Además de apoyar en buena medida para que la educación pudiera seguir activa, los trabajadores y las empresas pudieron fácilmente adoptar el teletrabajo sin alterar su operativa en muchos casos.

En este contexto, la solidaridad y la sinergia han sido las estrategias más eficaces que el país ha encontrado para hacer frente a la crisis sanitaria.


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